Schoenstatt para siempre

La vida comprometida a Schoenstatt, al Movimiento y al Padre Fundador posee muchas etapas. En la niñez y en la juventud uno se forma, emprende los primeros pasos y se arriesga a ser parte de esta gran familia. En la etapa profesional los jóvenes buscan aplicar estos valores ya incorporados en su vida laboral, y así proyectar un futuro como siervos de María. La etapa matrimonial es sumamente rica y exigente, y es por eso que requiere mucha formación y compromiso, para así poder formar y educar de la mejor manera a los hijos.

Luego de una extensa etapa educativa y de formación, llega un momento en que culmina. Llega una etapa en que los hijos se van de la casa y los matrimonios quedan nuevamente solos. Sin embargo, puede que los hijos se vayan, pero el amor hacia el Movimiento y hacia la Mater sigue intacto.

Por un requerimiento espiritual diferente, por un compromiso mayor hacia la familia de Schoenstatt y por un estilo de vida imposible de reemplazar, surgió una necesidad de ciertos matrimonios de poder continuar en el Movimiento de cierta forma. Ellos observaron que la Obra Familiar estaba fundamentalmente dedicada a la educación y formación de los hijos y de la familia, pero que no había un grupo que se orientase a sus necesidades.

“Con el tiempo va variando todo: se van los hijos, los matrimonios empiezan a quedarse cada día más solos, las dificultades para reunirse y salir son más complicadas, desplazarse, las enfermedades, la viudez…es una situación distinta”, comentaban los integrantes del grupo, que empezó con este proyecto. Comenzaron a preguntarse, todos matrimonios en la misma situación, cómo podrían salir al encuentro de estos hermanos que están en otra etapa de la vida, pero que se saben, se sienten y buscan Schoenstatt.

“Esto no hace que cambie la fidelidad a Schoenstatt. Nos basamos en el testimonio de vida del P. Kentenich, quien hasta el último día de su vida sirvió a su obra. Y por otro lado constatamos con alegría que aunque (los matrimonios) se iban quedando más solos, su experiencia de que Schoenstatt es fundamental en su vida eso no terminaba. Fue desde allí donde surgió el nombre Schoenstatt para siempre. Schoenstatt no  es para una etapa, sino que es para siempre, en todas las situaciones de la vida.”

Comenzaron a ver que varios matrimonios de distintos grupos en forma separada tenían la misma inquietud. Algunos se sentían ya mayores, otros planeaban apostolados para llevar la comunión y asistir y acompañar a personas solas o enfermas que no pueden salir, otros planificaban talleres con temáticas relacionadas a los últimos años de vida, y así varias personas más con inquietudes similares. Así fue como se formó el equipo de trabajo. Comenzaron con la asistencia de la Hna. Asunción, luego con el P. Patricio González y actualmente con el P. Luis Ramírez. El plan de trabajo se basa en dos grandes ejes: lo espiritual y lo asistencial.

Schoenstatt para siempre trabaja ya hace 3 años, habiendo tenido jornadas y encuentros sumamente enriquecedores. Los miembros aseguran que la alegría del reencuentro y de la compañía de sus pares es un gran incentivo en la vida de todos los hermanos, quienes en forma paralela continúan con sus actividades regulares.  Nos aseguran que “Schoenstatt para siempre no es ´en vez de´, sino ´además de´; no es una actividad propia de la rama de matrimonios, sino que es abierta a cualquier rama del movimiento, habiendo miembros de la rama de señoras, profesionales y de todas las comunidades del Movimiento. En Schoenstatt no se jubila, uno vive en Schoenstatt para siempre. La vida siempre tiene valor.”

Schoenstatt para siempre se define como un aporte de fidelidad y ofrecimiento. El P. Hernán Alessandri afirmó, que “más importante que hacer es ofrecer”. Ese es el gran aporte a las generaciones posteriores y a todo el Movimiento.