¿Qué ha dicho Juan Pablo II acerca del P. Kentenich y Schoenstatt?

El P. Kentenich, Juan Pablo II y Schoenstatt

El Papa Juan Pablo II ha hablado en varias oportunidades sobre Schoenstatt. La más importante de éstas fue con ocasión de una especial audiencia a la Familia de Schoenstatt en Roma, para l centenario del nacimiento del P. Kentenich, el 20 de septiembre de 1985.

¿Qué ha dicho Juan Pablo II acerca de Schoenstatt?

El Papa Juan Pablo II ha hablado en varias oportunidades sobre Schoenstatt. La más importante de éstas fue con ocasión de una especial audiencia a la Familia de Schoenstatt en Roma, para l centenario del nacimiento del P. Kentenich, el 20 de septiembre de 1985. En esa ocasión dijo:

Con esta peregrinación al centro de la cristiandad católica y a  la casa del Padre común, habéis querido culminar la celebración internacional del primer centenario del nacimiento de vuestro fundador, P. José Kentenich. (....)

Desde muchas naciones os habéis reunido para agradecer el don que Dios os hizo en la persona del P. Kentenich. Por medio del recuerdo vivo de su persona y mensaje, habéis querido renovar vuestro espíritu para así prolongar y transmitir su legado, para convertiros más profundamente en una Familia espiritual que vive con la fuerza de su carisma fundacional y realiza así su misión de servicio a la Iglesia y al mundo. (...)

Vosotros habéis sido llamados a ser partícipes de la gracia que recibió vuestro fundador y a ponerla a disposición de toda la Iglesia. Porque el carisma de los fundadores se revela como una experiencia del Espíritu, que es transmitida a los propios discípulos para que ellos la vivan, custodien, profundicen y desarrollen constantemente en comunión y para el bien de toda la Iglesia, la cual vive y crece en virtud de la siempre renovada fidelidad a su divino Fundador.

En esa experiencia del Espíritu que ha dado origen a vuestro Movimiento, ocupa un lugar central la Alianza de Amor que el Fundador y la primera generación selló con la santísima Virgen en el santuario e Schoenstatt el 18 de octubre de 1914. La vivencia fiel y generosa de esta alianza os conducirá a una plena realización de vuestra vocación cristiana. (...)

Una auténtica espiritualidad mariana hace crecer un profundo y sólido amor a la Iglesia. La vida de vuestro Fundador dio testimonio de esta verdad. Precisamente este amor a la Iglesia os ha impulsado hoy a este encuentro con el sucesor de Pedro, a fin de renovar las promesas que el Fundador hizo a mis antecesores Pío XII y Pablo VI. Por ellas expresáis vuestra voluntad de corresponder a las exigencias del Evangelio por medio de la santificación del día de trabajo. Os comprometéis a colaborar en la construcción de un orden de la sociedad conforme al Espíritu de Cristo. Manifestáis vuestro ánimo de colaborar, en e ámbito de la vida de cada uno, a la realización de las orientaciones del Concilio Vaticano II. Por último, queréis colaborar para que cada autoridad querida por Dios en la Iglesia, sea reconocida y sea valorada como paternidad espiritual.

Con alegría y gratitud acepto la renovación de estas promesas y os pido: ¡Empeñad todas vuestras fuerzas para que tan altos propósitos se hagan cada vez más realidad! Me uno a vuestra oración implorando las gracias necesarias para ello. (...)

¡En unión con todas las fuerzas apostólicas de la Iglesia e insertados lealmente en vuestras iglesias locales, procurad ser vosotros esas personas y esas comunidades que encarnan y anuncian el espíritu del Vaticano II!

La fidelidad al espíritu del Vaticano II nos lleva a dirigir la mirada a la vasta tarea de evangelización del mundo de la cultura. Nos encontramos en un tiempo de cambio y en el comienzo de una nueva etapa de la historia (...)

Os animo, pues, a redoblar vuestros esfuerzos para ser, allí donde la Providencia os ha colocado, instrumentos de Dios en la evangelización de la cultura actual y venidera de vuestros diferentes pueblos. La realización de esta tarea os exigirá perseverar en la lucha cotidiana por encarnar el hombre nuevo y el esfuerzo por ir siempre en diálogo filial con el Dios de la historia, atentos a los signos de los tiempos, como lo habéis implorado en vuestra preparación a estas celebraciones jubilares.